América canta y mora,
las mujeres muelen tiempo
en siestas demoledoras;
los hombres arrean bagualas
entre balidos que brotan
de la tierra campesina
silbando una luna rota…
Por el pueblo que te puebla
la sangre con sus gaviotas
para que bebas tu raza
hasta la última gota.
En la luna de tus ojos,
ay Armando, se atesora,
la palabra hecha brasero,
cancionero de tus horas.
Una madre, verde albahaca,
olla, patria luchadora,
se te amanece en el sueño,
se te desborda canora,
y un rocío de guitarras
por el vino se demora
bajo la luz de las viñas
en el telar de tu aurora.
En la luna de tus ojos,
el pan se vuelve paloma,
la pobreza merodea
el río de los aromas;
y los hacheros del hambre
con tanta muerte que ronda
trepan por tus versos largos
donde la vida se asombra.
Un viento de alfarerías
si vieras cómo te nombra…
en sus campanas de greda
va florecida tu sombra.
Donata Paz
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